Monjes, incas y romanos

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Batavia (2008): Un juego que promete mucho pero que a la hora de la verdad llega un momento en el que es el juego el que juega por tí. Visualmente precioso como Queen nos tiene acostumbrados, su principal defecto es la excesiva dependencia de la suerte.
El juego es una combinación de gestión de mano, de subastas y de mayorías. Con todo esto el juego se va haciendo ameno excepto para aquel al que la suerte no le acompaña y que puede quedarse sin jugar durante un buen rato.
Batavia, se queda en un punto intermedio entre juego para jugones y familiar sin parecer decantarse por ninguno de ellos.

Der Name der Rose (2008): El último juego de Stefan Feld esta lejos de sus anteriores creaciones, pues se trata de un juego familiar que probablemente optará al Spiel des Jahres del año que viene.
Se trata de un juego de bluff y deducción que recuerda bastante al Heimlich & co. En este caso en vez de espías, somos monjes del famoso monasterio y tratamos de ser los que menos sospechas y menos evidencias fomenten.
Como en todo juego de Feld, las mecánicas funcionan bien y el juego fluye con naturalidad. Además, hasta cierto punto, el tema no está del todo pegado y las mecánicas son razonablemente lógicas. Un buen juego familiar que pasará sin más entre los más jugones.

Glory to Rome (2005): Probablemente el juego más cutre de la historia de los juegos de cartas esconde detrás de una edición infame un más que interesante juego.
Las cartas son a la vez personajes, edificios, materiales y dinero lo que hace que estemos hablando de un juego de gestión de mano, de eleción de rol, de gestión de recursos e incluso económico, todo a la vez, muy bien mezclado. En las instrucciones se recomienda no jugar con el efecto de los edificios en la primera partida, lo que nos da una idea de su complejidad.
Habrá que comprobar si esa amalgama de mecánicas y efectos no hacen un juego demasiado e innecesariamente complejo.

The Princes of Machu Picchu (2005): El último juego de Mac Gerdts recuerda mucho a su antecesor Hamburgum. Sin rondel, pero con una mecánica parecida, se trata de un juego de gestión de recursos en el que hay trabajadores que se necesitan para tener productos que son necesarios para tener más trabajadores y más productos que también se necesitan para tener otro recurso que es el que al final dará la victoria. Por tanto, un juego en el que todo es importante, en el que no hay que descuidar nada, en el que no se pueden descuidar determinados recursos y en el que el momento de hacer cada acción puede llegar a dar o quitar la partida.
Otro buen juego del hombre del rondel.


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